“El hombre que calculaba” es un entretenido libro de Julio César de Mello Souza, más conocido por su seudónimo de Malba Tahan, que al tiempo que enseña Matemáticas las acompaña con historias orientales. A continuación se plantea un problema cuyo protagonista es Beremiz Shamir, el célebre calculista. Dice así:
Beremiz, por la mañana, recibió inesperadamente la visita honrosa del príncipe Cluzir Schá. La sala de la posada era pequeña para dar cabida a los ilustres visitantes. Beremiz, maravillado de la honrosa visita, descendió al patio a recibirlos.
El príncipe Cluzir, al llegar, saludó al calculista con un amistoso ‘zalam’, y le dijo:
‘El peor sabio es aquel que frecuenta a los ricos; el mayor rico es aquel que frecuenta a los sabios’.
‘Bien sé, señor – respondió Beremiz- que vuestras palabras son inspiradas por el más grande sentimiento de bondad. La pequeña e insignificante parte de ciencia que conseguí adquirir, desaparece ante la generosidad infinita de vuestro corazón’.
-‘Mi visita, calculista –interrumpió el príncipe- se debe más al egoísmo que al interés en la ciencia. Después que tuve el placer de oírlo, en casa del poeta Iezid, pensé en ofrecerle algún cargo de importancia en mi Corte. Deseo nombrarlo mi secretario o director del Observatorio de Delhi. ¿Acepta? Partiremos dentro de pocas semanas para la Meca y de allá para la India’.
-‘Desgraciadamente, ¡oh príncipe generoso! –respondió Beremiz-, no puedo ausentarme ahora de Bagdad. Sólo podré irme de aquí después que la hija del ilustre Iezid haya aprendido Matemática’.
Sonrió el maharajá y respondió:
‘Se el motivo de su negativa frente a ese compromiso, y creo que pronto llegaremos a un acuerdo. El sheik Iezid me ha dicho que la joven Telassim, dado los progresos que ha hecho, dentro de pocos meses estará en condiciones de enseñar a los ‘ulemas’ el famoso ‘problema de las perlas del Rajá’.
‘Yo mucho desearía –prosiguió el príncipe- conocer el complicado problema que viene desafiando la sagacidad de los algebristas y que se refiere, sin duda, a uno de mis gloriosos antepasados’.
Beremiz respondió:
‘Trátase más de una curiosidad aritmética que de un problema, y este es su enunciado’:
“Un rajá dejó a sus hijas cierto número de perlas y ordenó que el reparto se hiciese del siguiente modo: a la hija mayor correspondería una perla más un séptimo de las que quedasen; la segunda tomaría dos perlas y un séptimo de las restantes; la tercera recibiría tres perlas y un séptimo de las que quedasen. Y así sucesivamente, para las restantes hijas.
Las hijas más jóvenes presentaron su queja a un juez, alegando que por ese sistema complicado ellas serían fatalmente perjudicadas.
El juez –dice la tradición-, que era hábil en la resolución de problemas, respondió rápidamente que las demandantes estaban equivocadas, y que la división propuesta por el Rajá era justa y perfecta.
El juez tenía razón. Hecha la división, cada una de las hermanas recibió el mismo número de perlas.
Se pregunta: ¿Cuál es el número de perlas? ¿Cuántas las hijas del Rajá?”
Ver solución en «Divisibilidad del número 37, truco o realidad matemática».
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A continuación mostramos la solución al problema planteado en el post: «Rectángulos, áreas y geometría».
Siguiendo la línea la reflejada por el matemático Ed Southall en su libro ‘Geometry Snacks’: “… Se trata de un libro en el que se dan al menos dos enfoques para la misma respuesta. El propósito es resaltar que hay múltiples vías disponibles y que son todas válidas y de igual valor…», se indican dos métodos diferentes para su resolución.
Método 1.-
Llamando S1 al área del cuadrado azul y S2 a la del cuadrado verde de la figura y dividiendo parcialmente sus áreas tal y como se señala, resulta:
S1= a+b+c
S2= b+d+e
Por otra parte:
a=e+x
d=c+x
Es decir:
S1=(e+x)+b+c= b+c+e+x
S2=b+(c+x)+e= b+c+e+x
Por tanto ambas áreas son iguales
Método 2.-
En la figura se puede ver que el área del triángulo rojo (M) inscrito tanto en el cuadrado azul como en el verde resulta ser:
M= ½ c*d= mitad del área cuadrado verde (c*d)
M= ½ a*b= mitad del área del cuadrado azul (a*b)
Por tanto, el área del triángulo rojo (M) es igual a la mitad del área de cada cuadrado. Es decir, las áreas de los cuadrados azul y verde son iguales.