Esta es la historia de un vínculo emocional y afectivo entre un lugar, Mieres de Limanes, y un sitio, ‘Las Anjanas’, nombre que evoca a un hada cántabra. Un vínculo y una historia que unen la lectura y el jardín, el descanso y el esfuerzo, el paisaje rural sin bullicio, la paz de vidas unidas por el recuerdo… Limanes y “Las Anjanas”. Vivencias en un mismo sitio.
Paisaje de Limanes con la Iglesia de Santa María en el centro
Aunque Limanes, parroquia que pertenece a dos municipios (Oviedo y Siero), ha ido cambiando en el tiempo, sobre todo en los quehaceres y la vida diaria de los vecinos, sigue teniendo el encanto rural de siempre. Muchas de sus raíces están intactas. A continuación, unas pequeñas pinceladas sobre su historia y algunas cosas más.
Así definía en 1850 el diccionario geográfico-estadístico-histórico de Pascual Madoz a la parroquia de Limanes:
“Feligresía en la provincia, partido judicial de Oviedo (1 legua). Situada en la falda del monte llamado Granda. Con buena ventilación y clima saludable. Comprende, pertenecientes al ayuntamiento de Oviedo, los lugares y casas de Carabia, Roces, Villamiana, Faro, Balbondín, La Traviesa, La Penicalva, La Rebollada, Lecadines y Moredo, y pertenecientes al concejo de Siero, los de Mieres de Limanes, Beneras y Ballín, que reúnen unas 200 casas.
La iglesia parroquial (Sta María) existe en el lugar de Ballín y está servida por un cura de primer ascenso y patronato de S.M. También hay 2 ermitas dedicadas a San Roque y San Lorenzo de propiedad particular.
Confina el término con los de Tiñana, Pando y Manjoya, cruza por él 1 arroyo que dirigiéndose de S. a N. va a desaguar en el río Nora. El terreno participa de monte y llano. Los caminos son locales y en mediano estado y el correo se recibe de Oviedo.
La producción es de poco trigo, maíz, patatas, castañas, judías, manzanas y pastos hay de ganado vacuno, de cerda, lanar y cabrío; y caza de varias clases.
Su industria es la agrícola, 2 molinos harineros y una fábrica de losa ordinaria en el lugar de Faro, en la cual se ocupan 40 personas.
La población es de 200 vecinos, 900 almas contr. Con su ayuntamiento”.
Limanes nació como una zona rural muy dispersa donde la agricultura y la ganadería eran fundamentales para subsistir. Los terrenos, no muy extensos, y los productos recogidos: maíz, alubias, patatas, hortalizas, frutas, leche,… no eran suficientes para mantener una familia numerosa, bastante normal en aquella época, por lo que era necesario realizar otros trabajos para aportar ayuda económica. Además, la mujer tenía que ayudar en faenas del campo como la siembra, recolección de frutas, los productos de la huerta o recogida de hierba, labores que requerían la colaboración de todos.
Por lo general, como las personas no tenían reloj, solían orientarse por el canto del gallo al amanecer o el toque de las campanas de la iglesia: a las nueve oración de la mañana; a las doce el ‘Ángelus’; a las siete la oración de la tarde y a las diez el rezo por las almas del Purgatorio. En los atardeceres de domingos y festivos los paisanos se reunían en la taberna a tomar el café y la copa de anís, la botella de sidra o el vaso de vino mientras jugaban al ‘tute’ o ‘la ‘brisca’, y comentar otros asuntos como el precio del ganado en el mercado, la compra o venta de alguna finca,… En la época de la manzana, como Asturias es tierra de buena sidra, manzaneros y lagareros discutían el precio. Todos se conocían y charlaban en armonía.
Los caminos, muy frecuentados, eran difíciles, en invierno, casi intransitables, fangosos, llenos de charcos. Hoy prácticamente muchos no existen; se circula por carreteras con otros medios de locomoción. Sin embargo, sus poco más de 1400 vecinos entre los dos municipios continúan viviendo en plena naturaleza, pero con una notable diferencia: donde antes había solo ‘caleyas’ (nombre que en asturiano significa caminos estrechos, malos, pedregosos y sucios) y desplazarse a otros lugares era una auténtica odisea, ahora es muy distinto. En las últimas décadas, los viales de acceso ha cambiado tanto que han convertidoa Limanes en un lugar ideal cuando se busca la tranquilidad, no muy lejos del puesto de trabajo, y a escasa distancia de la ciudad de Oviedo o Tiñana, parroquia colindante perteneciente a Siero, zona de buen yantar, sobre todo por su fabada y arroz con leche y de reconocido prestigio sidrero con numerosos llagares (lugar donde se elabora la sidra) y espichas muy frecuentes.
Como cuentan los más antiguos: “Antes ir a Oviedo era como irte de viaje, pasaba mucho tiempo entre una y otra visita”. Ahora hay quien por necesidades de trabajo puede ir hasta cuatro veces al día. Antes era una zona más rural, mientras hoy, aunque se mantiene la tranquilidad y la naturaleza, se dispone de todos los servicios necesarios para acercarse en cualquier momento a Oviedo o Siero. Es poco habitual la pertenencia de una parroquia a dos municipios. Los vecinos de Limanes siempre lo recuerdan con la anécdota de la vivienda que existe en su límite con una mitad en el concejo de Oviedo y la otra en Siero o la estatua del Doctor Fleming, inventor de la penicilina, que desde hace muchos años (1972) señala también la ‘frontera’.
Tras esta breve descripción sobre como era, y en que se ha convertido, la vida en Limanes, que mejor que finalizar con una mención a dos de sus sitios emblemáticos, uno por municipio: la Iglesia de Santa María perteneciente a Siero y la Fábrica de Alfarería de Faro en el concejo de Oviedo. Ambas con una importante historia que contar.
Entre los bienes más preciados se encuentra la Iglesia de Santa María. Declarada bien cultural, reúne todas las características de las sencillas iglesias rurales de una sola nave. Aparece ya documentada en los años 770, en la época de la monarquía asturiana del rey Aurelio y la primera referencia en el Cartulario de San Vicente de Oviedo data del año 990. La primera construcción es románica entre los siglos XI-XII, conservando aún elementos como la Portada Sur y el Arco de Triunfo sobre dos columnas a cada lado y capiteles decorados con motivos vegetales. No se puede asegurar la fecha de construcción de la capilla Norte, pero sí que su cimentación se hizo sobre los enterramientos existentes en el exterior de la nave, posterior a 1836, año del último sepelio en el interior del templo. En la puerta de salida de la capilla Sur al Cabildo existe una fecha del siglo XVIII que podría indicar la construcción del cabildo original del que se han encontrado restos de un solado de piedra recuperado en la última restauración del templo. Para aquellos interesados en conocer más detalles sobre historia de la iglesia de Santa María se puede leer aquí.
Faro de Limanes es reconocido por su historia no solo por mantener vivo un oficio medieval como la alfarería negra (cerámica negra tradicional), sino también por su proceso, práctica y peculiar barro de color marrón utilizado en la fabricación que se vuelve negro durante la cocción sin ningún aditamento. La primera referencia a su industria alfarera data de comienzos del siglo XVI (1519): en una documentación con papeles de cuentas conservada en el Archivo Capitular de Oviedo aparece: «Iten mas, se cargan que debe Juan de Estebano de Faro un cuartaron de teja, que son doscientas e çincuenta tejas sobre las cuales esta dexcomulgado.» La popularidad de Faro de Limanes se puede ver también en el refranero popular de la alfarería:
«Soi de Faro, soi de Faro y mio madre una faruca, por eso traigo la barriguina fartuca». Hace referencia a su buena gastronomía, destacando la fabada y la sidra.
«Tengolu encargáu de barro en Faro». Frase utilizada por las señoritas de Oviedo cuando tardaban en encontrar a alguien con quien casarse.
«No ganamos ni al Arrancatapinos de Faro». Frase futbolística usada en toda la región asturiana, sobre todo en el concejo de Oviedo. Ni siquiera los más viejos del lugar recuerdan cuando se empezó a usar. Se cree que fue a principios del siglo XX con el comienzo de las ligas de fútbol en España. Cuentan que esta expresión tiene que ver con la palabra ‘tapines’, que en asturiano es como se llama a los trozos de hierba arrancados por los jugadores cuando no golpean bien al balón.
Para establecer el vínculo entre Asturias y Cantabria es necesario hablar de las Anjanas, las hadas buenas de la mitología cántabra. Hadas bondadosas y hermosas, el escritor Manuel Llano en su obra ‘Mitos y Leyendas de Cantabria’ relata que recorren los pueblos en forma de viejas para probar a las personas y si éstas son caritativas las premia con diversos regalos y dones, pero si no es así las castiga con picores espantosos. Se parecen a las Xanas de Asturias con una importante diferencia: siendo ambas hermosas, las Anjanas para realizar sus ‘milagros’ suelen usar en su ajuar personal capas y bastones y algunas hasta tienen alas.
Según Manuel Llano, las Anjanas abandonan al amanecer sus moradas secretas, grutas recónditas de difícil acceso con el suelo de oro y las paredes de plata, que cuidan regando con una jarra luminosa las flores silvestres que nacen en la boca de su gruta encantada. Antes de salir, se limpian y peinan el cabello con peines de coral que adornan con lazos de seda. Siempre invisibles para las personas, a veces pueden ser percibidas entre la niebla del amanecer. Hablan con las fuentes y las aguas, que en su presencia se agitan al tiempo que aumenta el viento. Más tarde se sientan a descansar en las orillas de los arroyos para regresar a su morada a media mañana, no sin antes haber realizado trabajos bienhechores como limpiar fuentes, ver los rebaños de los pastores o reparar los bosques dañados. Satisfechas de su trabajo, salen de nuevo al anochecer hacia el monte para comprobar la hermosura de los campos, retornando finalmente a su gruta para descansar en lechos brillantes y hermosos.
Aunque es conocida su afición al cante y el baile, se cuenta que solo cantan dos canciones: una alegre, como una seguidilla, y otra triste, parecida al lamento de una madre desconsolada. Cuando lo hacen, el mejor instante del día para oírlas es en el momento mágico del amanecer o al atardecer. Sobre su aspecto físico relata Manuel Llano que un paisano de Carmona (Cabuérniga), elegido uno de los pueblos más bonitos de España en el año 2019, le contó el encuentro que tuvo una moza montañesa con un hada en Peña La Mena. Un atardecer, cuando la muchacha volvía de recoger leña se encontró con una Anjana de repente. Dijo que llevaba unos zapatos de color marrón con unas hebillas que «no eran de hierru, ni de metal, ni de plata, ni de oru. No se sabe de que eran esas hebillas tan guapas». Añadió que vestían de blanco, con «unas pintucas deslumbrantes que parecian estrellas. Tenían la cara igual que las personas, pero más descolorida. En la primavera cogían flores pa jacese unas coronas mu majas y el inviernu se atotogaban con una capuca negra con puntucos blancos. Usaban una picaya de espinu y tenían en la frente una flor encarná».
La Peña La Mena, peña blanca que se ve a la derecha.
Para hacer sus prodigios casi siempre se describe a las Anjanas provistas de un cayado o báculo de distintos colores. Estos cayados, en los que se apoyan para caminar, a veces terminan en una luz o una estrella luminosa en la noche. Los llevan en la mano derecha y cuenta la leyenda que cuando tocan con su cayado se producen todo tipo de fenómenos como curar enfermedades u otros sucesos asombrosos. Otro aspecto interesante es el color de sus ojos, a veces negros y a veces verdes, vistiendo túnicas largas y una capa de terciopelo o de seda, no está claro, que según la época del año cambia de color. En lo que no se ponen de acuerdo es en los años que pueden vivir, unos dicen que 200 años y otros que 400.
Si alguien ha perdido algo y lo quiere encontrar o buscar protección tenía que pronunciar esta oración:
Anjanuca, anjanuca,
güena y floría,
lucero de alegría,
¿ónde está la mi vacuna?
Así lo cuenta Jesús Callejo en su libro ‘Hadas: Guía de los seres mágicos de España’.
O cuando una persona se pierde en el monte entre la niebla, bastaría con pronunciar media docena de veces las siguientes palabras para encontrar el camino de salida:
«Anjana blanca,
ten piedad de mi.
Guiame por la oscuridad y la niebla.
Líbrame de los peligros y de los malos pensamientos».
«Las Anjanas» en Mieres de Limanes
Limanes y ‘Las Anjanas’, remanso de naturaleza y paz, tierra de sidra y fabada , de las raíces profundas, de la esfoyaza, colindante con Tiñana, cerca de la cuenca minera y los bolos, y de Oviedo, la capital asturiana. Todo en uno. Todo esto confluyó en un lugar y un sitio: Mieres de Limanes es el lugar y ‘Las Anjanas’ el sitio. Allí moraba una Anjana, un hada bondadosa como la Xana asturiana, venida de las montañas cántabras. Asturias y Cantabria unidas a través de las personas. La historia de un hada buena.
Recuerdos de madurez