El final de la pandemia de gripe A

Hace escasas fechas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado el fin de la pandemia de gripe A, si es que en algún momento la hubo en el sentido más estricto del término. Era algo esperado después de su rocambolesca actuación a lo largo de todo un proceso que ha durado 16 meses. En su reciente anuncio señalan que “no quiere decir que el virus se haya ido”, sino que “se comporta como los de la gripe estacional”, y que “seguirá circulando durante varios años”. La OMS no ha tenido más remedio que admitir algunos de los informes más críticos con su gestión y que venían exigiendo muchas de las personas y organizaciones más acreditadas en el mundo científico. La OMS reconoce entre otras cosas que: 1) Ha fallado la comunicación y, muy importante, 2) Hay que modificar la escala pandémica, es necesario crear un sistema más flexible que tenga en cuenta no solo la expansión del virus, sino también su gravedad. Esta última tesis había sido defendida, entre otros, por la monja benedictina Teresa Forcades en un famoso vídeo que circuló por Internet durante la fase más crítica de la epidemia y cuando la preocupación era máxima (Ver el artículo de este blog: Gripe A: vacunarse si o no).

La incidencia de la enfermedad, pese a los temores iniciales, no ha sido tan alarmante como se preveía y el virus H1N1 ha resultado menos mortal que la gripe común de cada año. A pesar de ello, la OMS siempre mantuvo la tesis, ahora rectificada, de que “pandemia es cuando un nuevo virus se difunde, y éste lo es” y que su criterio para declarar una pandemia era: “no es la mortalidad del virus, sino su propagación la que influye». Durante este tiempo han insistido en que lo único que hicieron fue aplicar su protocolo, muy cuestionado y posiblemente muy condicionado por otras causas.

La monja benedictina Teresa Forcades en una de sus conferencias sobre la gripe A

Que la mayoría de la población pudo pasar la gripe A sin vacunarse ha quedado demostrado por los hechos después del pasado invierno. Éste fue uno de los aspectos más controvertidos (en nuestro artículo anterior quedaban claras las grandes dudas generadas), aunque por suerte las consecuencias para las personas vacunadas no fueron importantes si tenemos en cuenta que la vacuna no se había experimentado aún lo suficiente. Pero quedan otros temas que no se deben olvidar, como que España compró 13 millones de dosis, de las que se usaron solo dos millones, y que las arcas públicas quedaron con 42 millones de euros menos en el bolsillo. Los ciudadanos se sienten un poco estafados por lo que ya se conoce como el timo de la gripe A.

Antes de terminar, un pequeño recuerdo para Teresa Forcades, la monja benedictina que en el mes de octubre del 2009 cargó contra la Organización Mundial de la Salud por declarar en aquel momento como pandemia una gripe con una mortalidad inferior al virus común. Pocos la creyeron pero al final le han dado la razón y la credibilidad de la OMS ha quedado en entredicho. La realidad es que España ha contabilizado menos de 300 fallecidos a causa de la gripe A (cuando mueren entre 3.000 y 4.000 por gripe estacional cada año) y los efectos secundarios de la vacuna fueron menores de los esperados, bien porque las vacunaciones no fueron muchas o bien por la propia vacuna en sí. Teresa Forcades se quejaba, citando informes y documentos oficiales para contrastar sus datos: ¿Como se puede declarar una pandemia mundial cuando la nueva gripe es más benigna que la gripe estacional y parte de la población (la tercera edad) tiene inmunidad?”. Sin embargo, había un hecho cierto: sólo en caso de pandemia la OMS puede conseguir que sus recomendaciones sean órdenes para los países, lo que le permite obligar a vacunar a la población sin su consentimiento de declarar cuarentenas o aislamientos.


Esperemos que este año, a pocos meses de la próxima epidemia, todo transcurra con normalidad y que la gripe, en sus diferentes variantes, sea un fenómeno “normal” como la mayoría de los años.

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