El álbum de fotos, una parte de nuestra historia

A veces nos preguntamos que futuro tienen las fotos que guardamos en nuestros álbumes. Vemos como poco a poco se van deteriorando y no sabemos que remedio ponerle. No hay más que abrir un álbum de fotos y enseguida darnos cuenta de que el color de aquel vestido que estrenamos ya no es el mismo, aquel que tanta ilusión nos hizo, aquel que con tanto cariño recordamos, aquel que ……. De pronto empieza a recorrer nuestro cuerpo la sensación de que no estamos sabiendo conservar aquello que tanto apreciamos.

¿Qué podemos hacer para conservar nuestros álbumes de fotografías?
Una pregunta que hace tiempo se plantearon grandes coleccionistas como Bill Gates, dueño de la colección más importante del mundo. Los responsables de su conservación, en cuanto vieron que se podía echar a perder una parte de la historia, le llamaron de inmediato para proponerle soluciones. Y claro, como hacen los americanos en estas cosas, al constatar que millones de fotografías se estaban deteriorando, decidieron que a grandes problemas grandes soluciones: compraron una antigua mina, que también servía como refugio antinuclear, excavaron aún más en el monte, y las comenzaron a trasladar a su interior para su conservación a – 20º C.

¿Quiere decir que tenemos que guardar nuestras fotos en el congelador?
Pues no, primero porque no tenemos sitio, aunque no sería un mal lugar. Pero hay algo muy fácil de hacer: buscar aquel lugar de nuestra casa que tenga la temperatura más estable. Nunca encima de un radiador: los cambios de temperatura son uno de los mayores peligros; ni tampoco al lado de la ventana: el flujo de aire es muy cambiante y las puede dañar. Los grandes enemigos de la fotografía son la humedad, los cambios de temperatura y la luz.

No siempre el lugar más conveniente para guardar las fotos (como el sótano o el desván) suele ser el más adecuado. Es cierto que son lugares frescos, secos, oscuros, …. pero también están expuestos a otros daños que pueden ser irreparables (inundaciones, bichos, etc.), además el aire puede ser muy húmedo. Tampoco la parte superior es mucho mejor: puede convertirse en un verdadero horno en verano y todo lo contrario en invierno. Lo mejor es dejarlas en ambientes ventilados y con poca fluctuación de temperaturas. Un armario, un baúl o una cómoda, incluso las antiguas cajas de zapatos de nuestros padres, son la mejor solución

En la era de la digitalización el álbum de fotos se está “muriendo”, por eso es tan importante conservar nuestros recuerdos. A veces nuestros hijos, que apenas han vivido esa etapa, o lo han hecho a edades muy tempranas, suelen decir que nuestra vida llega hasta un determinado año porque a partir de ahí apenas se ven fotos en los álbumes. Ahora tenemos fotos, muchas, a veces muchísimas, pero de una forma confusa; unas están en nuestro ordenador, otras en el ordenador de nuestros hijos, algunas en el teléfono móvil y muchas ni nos acordamos donde. No debiera ser un problema para clasificarlas y tenerlas bien ordenadas, pero la realidad es que no lo hacemos así. Por eso, el soporte “físico”, aquel donde «quedaban» nuestros momentos “inmortales”, lo que llamamos la fotografía de álbum, es tan importante.

Hace muchos años, cuando las fotos eran en blanco y negro y todavía no había álbumes o no se podían comprar, se solían dejar en cajas de zapatos, y allí se acercaban nuestros padres a la menor ocasión para recordarnos nuestra «historia» familiar. Más tarde, al popularizarse los álbumes, sobre todo aquellos autoadhesivos con rugosidades, cambiamos las fotos de lugar y, sin nosotros saberlo, fue una mala decisión: su material de pegado ha ido deteriorando poco a poco los colores. ¡¡Un álbum es el mejor lugar para almacenar las fotos impresas pero hay que saber elegirlo bien¡¡

Con la desaparición de la fotografía en papel se está yendo parte de nuestra historia reciente. Cada vez imprimimos menos fotos y cada vez elegimos más otras formas de almacenamiento (CD´s, archivos informáticos, teléfonos móviles, …). Antes, encontrar nuestras fotos era muy sencillo: estaban todas juntas, nuestros padres las tenían en un sitio común y era muy fácil buscarlas. Ahora, las tenemos mucho más desperdigadas, son tantos los lugares, y tantas las fotos, que a veces nos cuesta recordar donde.

Al inicio de este artículo hemos comentado como Bill Gates había tomado una drástica decisión para conservar en buen estado su extraordinaria colección de fotografías. El conocido archivo Bettmann, actualmente en Nueva York, la reserva secreta de fotografías que Otto Bettmann rescató de la Alemania nazi en 1935, una verdadera joya de la historia,  se enterrará, lejos del alcance de los historiadores, en una mina de Pensilvania a más de 70 metros de profundidad. Este archivo de más de 17 millones de fotografías está considerado como la verdadera historia visual del siglo XX. Ante el estado de deterioro que presentaban, crearon unas modernas instalaciones con temperaturas bajo cero, baja humedad, al resguardo de terremotos, huracanes y explosiones nucleares y de la erosión del tiempo.

Esta decisión, como ocurre muchas veces, no ha estado exenta de críticas. Su conservación a bajas temperaturas presenta un problema: resulta imposible acceder a ellas. Los historiadores y demás investigadores, acostumbrados a usar los archivos fotográficos originales, no tendrán más remedio que recurrir a un archivo digital que contiene una cantidad de fotos muy inferior a la real: solo dispone de 225000 imágenes escaneadas, menos de un 2% de la colección completa. En principio se pensaba digitalizar todas pero pronto se dieron cuenta que hubieran necesitado más de 25 años en hacerlo. La colección de Bill Gates no solo se compone del archivo Bettmann sino que también incluye la colección de United Press International (UPI) con otras 10 millones de fotos. Así que paralizaron el escaneado, las fotografías no podía esperar tanto tiempo, y digitalizaron solo las más importantes desde un punto de vista cultural y comercial.

Manhattan en 1936. Pertenece al archivo Bettman

Las fotografías se trasladarán al interior de la mina por su propio bien. Durante años nadie pensó en el valor de esas fotos. Se doblaban, se escribía encima, se hicieron auténticas barbaridades. Nadie se preocupó por preservarlas, y muchas están en muy mal estado, las películas en color han perdido el tono y los negativos tienen serios problemas. ¿Qué ocurrirá con las imágenes aún no analizadas? Irán a la mina con el resto, algunas se digitalizarán, pero no se sabe ni cuándo ni cómo. Muchos historiadores no están muy de acuerdo con la decisión tomada y argumentan: ¿Qué sentido tiene conservar las fotografías si nadie podrá verlas?

La fotografía de prensa es el álbum familiar de una sociedad, donde la fuerza de la imagen es el mejor texto y complementa las palabras. La foto no suele engañar y algunas con el paso del tiempo traen recuerdos sorprendentes.

Quien no se acuerda de aquellas fotos antiguas de las fiestas de nuestro pueblo, sus calles sin asfalto, la vida cotidiana y sus tradiciones, las fotos con nuestra familia, aquellos años de miseria y progreso, de ilusiones y frustraciones, de tragedia y esperanza, de luces y sombras, que les tocó vivir a nuestro padres y a nosotros mismos. Las fotos recogen nuestras distintas etapas y momentos de la vida, esas imágenes en blanco y negro y en color que nos trasladan por unos instantes a un pasado común.

Fotos de la niñez, de la juventud, disfrutando en el campo, en la playa o de cualquier viaje, fotos que dan fe de nuestra presencia en determinados acontecimientos, fotos que …………. Un archivo histórico que merece la pena conservar, un pasado que es el nuestro. Las viejas fotos de color sepia, las famosas fotos de grupo, de bautismos, de la primera comunión, las más antiguas tomadas en estudios, con telones de fondo que simulaban un lugar determinado. Las fotos antiguas son un tesoro, no solo por su valor histórico sino también por su inmenso valor emocional.

Desde las primeras fotos en papel hasta las digitales de hoy en día ha pasado mucho tiempo; nos hemos rendido a las nuevas tecnologías, un gran avance de nuestro tiempo, pero nunca nos tenemos que olvidar de nuestros principios. Si alguien ve revelar fotografías le suena como a magia. Casi dos siglos después del primer revelado, la pantalla del ordenador, los marcos digitales y las tarjetas de memoria se han convertido en los archivos de imágenes del siglo XXI. El álbum agoniza. Dos de cada tres españoles ya lo han enterrado.

Preservar y conservar es luchar contra un proceso que tiene que ocurrir pero cuanto más lento mucho mejor.  No es una tarea fácil, pero si se toman los cuidados necesarios y se respetan las formas prudentes de manipulación, la preocupación es mucho menor. Preservar archivos es atesorar memoria. Y prevenir es mejor que curar.

Decía Berenice Abbott, famosa por su magnífica serie documental sobre la ciudad de Nueva York en la primera mitad del siglo XX: «La fotografía es el medio adecuado para recrear el ahora, el mundo vivo de nuestros días»

El álbum familiar era y es nuestro álbum social. ¡¡Procuremos conservarlo¡¡

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