Universidad Laboral de Córdoba: un viaje hacia el futuro

A veces echar la vista atrás provoca un cierto vértigo; sin embargo, en esta ocasión es una mezcla de alegría y placer. Llevaba tiempo pensando en escribir algo sobre las Universidades Laborales y por fin me he decidido. Además compruebo, no sin cierto asombro, como a medida que salen las palabras los recuerdos nunca se fueron del todo. Sin duda estaban escondidos esperando ser evocados a la menor ocasión. Mi recorrido fue largo, pues estuve en los centros de Córdoba, Tarragona y Alcalá de Henares, donde me formé no solo como estudiante sino también como persona. En Córdoba y Tarragona cursé los estudios de Peritaje Industrial y en Alcalá de Henares inicié los de Ingeniero que terminé, con la misma beca de Universidades, en la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid. Arrancaré por el principio: Córdoba, primer destino de esta singladura, en cuya primera entrega me centraré solo en el viaje inicial y mi primera semana en la Uni. Un viaje hacia un futuro mucho mejor que el que hubiera tenido de no haber conseguido esa oportunidad. Porque eso fueron las Unversidades Laborales: ¡¡una gran oportunidad!!

Vista General ULCUniversidad Laboral de Córdoba. Vista general.

Había finalizado el 4º curso de bachillerato elemental y reválida y las posibilidades de seguir avanzando en los estudios eran escasas, pues mis padres no disponían de medios económicos suficientes. En ese momento fue cuando el P. Guillermo Santomé, director del colegio y dominico, propuso la solución: solicitar una beca para las recién creadas Universidades Laborales: por su propia experiencia conocía el tema al haber participado en su arranque inicial. Las posibilidades de conseguir una beca eran muchas ya que mi expediente académico, muy bueno, era mi mejor garantía. Y así fue. Me la concedieron y el destino hizo que iniciase mi primer periplo en Córdoba. En ese momento se abría el horizonte a un futuro esperanzador.

Pero en esta fase inicial hubo alguna complicación; la beca me fue concedida pero la fecha para mi incorporación no acababa de llegar. En esas estábamos cuando nos enteramos que la colonia asturiana con destino a Córdoba tenía ya billete para un día determinado mientras yo seguía sin noticias. Fue entonces cuando a mis padres no se les ocurrió una idea ‘mejor’ idea que enviarme en la misma expedición, solo que… sin billete. Tras comentarlo con familiares de otros alumnos, deciden que lo haga con todo el grupo y luego ya se vería como solucionar cualquier complicación que surgiese sobre la marcha.

Como guardo como oro en paño un diario personal de esas fechas puedo transcribir con total fidelidad lo que sucedió desde ese momento hasta que pasaron unos días y se normalizó mi estancia en la Universidad.

Inauguración de curso. Al fondo, el colegio Luis de GóngoraInauguración de curso. A la izquierda, en primer término, el Rector P. Cándido Aniz. Al fondo, el colegio Luis de Góngora.

Arranca con un “un viaje entretenido”, lleno de peripecias, domingo diez y media de la noche en la estación de Oviedo, sin billete, líos de maletas, con visitas del revisor, partidas de cartas, cánticos, pocas horas de descanso y muchas de desvelo hasta que nos presentamos en Madrid a la mañana siguiente. Como el tren especial fletado por la Universidad que recogía a todos los alumnos para ir a Córdoba no salía hasta bien entrada la noche, llevamos las maletas a la estación de Atocha y nos dedicamos a recorrer aquel Madrid que apenas conocíamos. A las once de la noche nos pusimos de nuevo en marcha y, tras un viaje mucho más relajado, nos presentamos en Córdoba donde varios compañeros, en vez de esperar a los autobuses de la Uni, decidimos coger un taxi que nos dejó en lo que me pareció una pequeña gran ciudad con edificios impresionantes y pasillos interminables. Sin apenas darme cuenta me encuentro en el colegio Gran Capitán donde me esperaba el P. Roces, su director, de mi mismo pueblo, con el que había coincidido en el tren y habíamos acordado vernos esa mañana. Conocedor de mis circunstancias le pide a un alumno que me acompañe el resto del día para que todo me resulte más fácil en aquel mundo que se abría ante mis ojos. Visitamos la mayoría de las instalaciones y al final fuimos al cine de la Uni que estrenaba “El demonio en forma de ángel”. Fue mi primer día, un día que terminó en el colegio Luis de Góngora, mi destino final, donde el director P. Felipe Larrañeta tomó mi situación como suya. Allí donde dormí mi primera noche.

Sigo con las notas de mi diario y veo que… ¡dormí profundamente! (sic), comprobando que solo me despertó la música que sonaba por los altavoces de la habitación. Después de desayunar, nueva recorrido por la Uni con una parada en el colegio Gran Capitán para saludar a mis compañeros de viaje asturianos. Luego a la piscina, un paseo y a los comedores a reponer fuerzas. Por la tarde, siesta, merienda y, al igual que los días siguientes, de nuevo al cine, en esta ocasión a ver “Lilas blancas”. Después, cena, paseo hasta las diez, subida a la habitación, escuchar la radio del colegio y a dormir. ¡Se apagan las luces! (sic). Para completar esta primera semana, entre otras cosas, el viernes tengo anotada una visita a los sótanos del Gran Capitán para recoger la ropa que se entregaba a todos los alumnos como parte de su equipaje. Después un partido de futbol, vuelta a la piscina, y por la tarde de nuevo cine, cena y paseo antes de subir al dormitorio. ¡Así fue mi bautismo de fuego! que gracias a mi diario de esa primera semana me ha permitido ‘regresar’ como si no hubiese pasado el tiempo.

Colegios Luis de Góngora, San Alberto y San ÁlvaroA la derecha, el colegio Luis de Góngora. A su lado, los colegios San Alberto y San Alvaro. Parte trasera en dirección a los campos de deporte.

Aquí, y así, pretendía finalizar este primer relato, pues tiempo habrá para proseguir con las andanzas de mis estudios y vivencias de esos años. Sin embargo, no me resisto a esbozar unas pequeñas pinceladas de esa etapa hasta mi traslado a la Universidad Laboral de Tarragona. En Córdoba estuve dos cursos y, aunque aún no lo he mencionado, eran los Padres Dominicos, apoyados por profesores seglares que impartían las enseñanzas, los responsables de nuestra educación. Pasé mi primer año en el colegio Luis de Góngora donde cursé Transformación Industrial (unificación del bachillerato elemental al bachillerato laboral técnico) con el P. Larrañeta de director, como ya dije, y varios educadores, entre los que recuerdo sobre todo a Fray Pampín. El segundo año me trasladé al colegio San Alberto donde cursé Selectivo de Peritaje Industrial siendo el P. Carlos Alonso (“Pelopincho”) su director. En aquellos años estaba como rector de la Uni el P. Cándido Aniz y el P. Riera de vicerrector. Y fue al año siguiente, tras haber elegido la especialidad eléctrica, cuando me desplacé a Tarragona a proseguir con los estudios, permaneciendo en Córdoba aquellos compañeros que cursaron la especialidad mecánica. Todos, unos y otros, formamos parte de la 3ª Promoción de Peritos Industriales.

3ª Promoción de Peritos Industriales3ª Promoción de Peritos Industriales, especialidad Mecánica. Muchos de sus compañeros que cursaron Selectivo no se encuentran en la foto. Fueron trasladados a la Universidad Laboral de Tarragona a cursar la especialidad de Electricidad.

De mis compañeros tengo grandes recuerdos. Tenía una gran relación con el grupo vasco: Gabilondo Echave, Gabilondo Gárate, Ibaibarriaga, Guereñu Rocandio, Iraeta Arroba, Maeztu Seniosiaín, que en su mayoría se quedó en Córdoba. También con algún asturiano como Pergentino Lafuente. A Tarragona me fui con Martín Calleja, Pedro Agúndez, Dositeo Fernández, Ángel Díez Solas, Manolo García-Casarrubios, Luis Fuente, Francisco González, Julio Vaquero, Isaac de la Rosa, Izquierdo Cava,… Me volví a encontrar con alguno de ellos más tarde en Alcalá de Henares, vivencias que dejo para otra ocasión, cursando la carrera de Ingeniero Industrial, tras haberme concedido una beca finalizados los estudios de Peritaje.

La Universidad Laboral de Córdoba es sin duda la más impactante de las tres en las que he estado, con unas instalaciones estupendas, incluso monumentales. Citaré solo algunas.

La Iglesia con sus misas, sabatinas y ejercicios espirituales (de los que a veces nos escaqueábamos) era un lugar obligado. Con un muro con la representación de Jesús y los doce apóstoles que hacía de retablo y unas magníficas vidrieras, pinturas, mosaicos y esculturas, de cerca, con la torre separada y su campanario, parecía enorme.

Iglesia 01Iglesia y campanario

El Teatro Griego con sus escalinatas y bancos que comenzaban a la altura del gran patio central y terminaban a un nivel bastante profundo junto a un escenario en donde se hicieron grandes representaciones y conciertos.

Teatro Griego. Web Universidades LaboralesTeatro Griego. Al lado los colegios Luis de Góngora y San Alberto.

El Paraninfo con el gran mosaico que preside su entrada en la pared frontal con la frase de Séneca: “Para bien de todos, trabajan y combaten los mejores”. El gran mural de Vaquero Trucios.

Paraninfo. Web gestion.uco.esParaninfo. En su parte superior central se encuentra el mural con la famosa frase de Séneca

La Explanada central con su estanque rectangular y los jardines donde nos agrupábamos los alumnos por Colegios cuando había algún tipo de desfile o evento especial. El estanque también se utilizaba para darse buenos chapuzones en los días de calor de mayo y junio.

Los Colegios, todos interconectados entre sí a través de largos e interminables pasillos con grandes ventanales a los lados. Sus habitaciones eran espaciosas, para 7 personas o al menos en la que yo estaba, con armarios individuales. La ropa que nos entregaban, un equipaje muy completo, aparte de pijamas, albornoz,… incluía ropa de calle como las clásicas cazadoras “vaqueras”. También calzado y otras prendas de vestir. Se puede decir que completaba todas nuestras necesidades.

Los Comedores, con mesas para seis personas, eran inmensos. A veces, mientras sonaba de fondo la maravillosa música de los 60, nos avisaban porque ya había llegado la hora de reponer fuerzas. En cuanto a la comida, tenía altibajos. En mi caso, como muchos otros, al recibir de vez en cuando paquetes de la familia con embutidos y otras cosas lo sobrellevaba bien. Fue una época en la que me atiborré tanto de mortadela que la ‘aborrecí’ para los restos.

ComedoresComedores

De las instalaciones deportivas, muy completas, merecía la pena conocer las piscinas, en especial la llamada “de riñón” que con el estanque central, la piscina olímpica y la cubierta formaban un gran conjunto.

Piscina OlímpicaPiscina Olímpica

Las pistas de atletismo, deporte rey en la Uni, eran espléndidas; de ellas salieron grandes atletas que luego destacaron en los Juegos Escolares. Atraían gran cantidad de público y las competiciones entre Colegios eran de una gran rivalidad. También otros deportes como balonmano y baloncesto  y la gimnasia, con figuras muy destacadas, ocupaban un lugar preferente. Mi deporte preferido era el futbol. Alguna vez participé en los entrenamientos con el equipo de la Universidad, donde coincidí entre otros con Juanjo “El Negro”, asturiano, Longobardo y Arroyabe, aunque no llegué a hacerlo en competición oficial.

Equipo de futbol ULC 1962-63Equipo de futbol de la Universidad. Llegué a participar en algún entrenamiento previo.

El cine era una de nuestras distracciones favoritas con películas de muy buena calidad. Tengo anotadas en mi diario algunas: “Horizontes de grandeza”, “¿Pero quién mató a Harry?”, “Gigante”, “Río bravo”, “Mañana lloraré”, “El rey y yo”, “Fantasía”, “Al Este del Edén”, “Como un torrente”, “La bahía del tigre”, “El único evadido”, “El bárbaro y la geisha”, “Sayonara”, “Invitación a la danza”, “Misión de audaces”, “Orfeo Negro”, “Rojo atardecer”, “La hora final”, “El sargento negro”, “El diablo a las 4”, “El árbol del ahorcado”, “Los cuatro jinetes del Apocalipsis”, … Recuerdo con cierta nostalgia los conciertos musicales, algunos en el Teatro Griego, otros en los locales de cine y teatro, en los que nuestros compañeros demostraban sus dotes artísticas con los ritmos de esos años. Uno de los más destacados era Guillermo Morales “El Loco” con el que luego coincidí en Tarragona.

Y hasta aquí llega mi pequeño relato no sin antes mencionar una práctica común que se hacía en el colegio Luis de Góngora y que más tarde se extendió al resto de los colegios. Antes de subir a los dormitorios, con el tiempo se convirtió en una costumbre que el P. Larrañeta, al pie de las escaleras, nos informase de aquellos temas que consideraba de interés, donde también aprovechábamos para incluir nuestras propias reivindicaciones. Se le puso el nombre de “El Sermón de la Escalera” y con ese nombre pasó a la historia. En estos momentos lo recuerdo como si estuviese allí presente. En el colegio San Alberto el P. Carlos Alonso también tomó la misma medida, aunque con menos frecuencia. Cuestión de carácter.

Recuerdos añejos de juventud

6 Responses to Universidad Laboral de Córdoba: un viaje hacia el futuro

  1. jose luis diez dice:

    Me ha llamado la atención tu relato del viaje de Asturias hasta Córdoba, y todo lo que siguió despues.
    Yo entonces vivía en Avilés,y tambien estuve en el Luis de Góngora en el año 65 cursando «5º y transformacion».
    Ha pasado mucho tiempo, pero tus detallados apuntes y las fotos de la «Uni» me han transportado al pasado, no sin cierta emoción. Son sensaciones que te acompañan toda la vida. Yo no escribí un diario, pero aún conservo algunas anécdotas en la memoria.
    Salud
    Jose Luis Diez
    PD. soy natural de Arija

    • eltrasterodepalacio dice:

      Veo que, como a casi todos, las sensaciones y recuerdos de nuestro paso por la «Uni» siguen permanentes en la memoria.
      Por si acaso no las conoces, te informo que hay dos excelentes páginas Web de ex-alumnos en las que, aparte de poder contactar con compañeros de esa época, tienes muchas secciones que te ayudarán a refrescar las vivencias con rapidez. Sus direcciones son: http://www.laboraldecordoba.es/home.htm y http://www.alaco2009.es/
      También dices que eres de Arija y en esa época vivías en Avilés, por lo que es posible que pertenezcas al grupo de personas que se trasladaron, por motivos de trabajo de sus padres, con la fábrica de Cristalería Española.
      Yo estuve en Córdoba en el período 1961-1963, en los colegios Luis de Góngora y San Alberto, y luego me traslalé a Tarragona. Como tu estuviste en el año 1965 es posible que en el grupo de asturianos hayas coincidido con Pergentino Lafuente, de Avilés, y Juan José Fernández «El Negro», que jugaba en el equipo de futbol de la Universidad.
      Saludos

  2. Incluyo un enlace de fotografías de La Universidad Laboral en 1965:

    http://www.reddeautores.com/ciencias/rabanales-en-1965-la-universidad-laboral-la-uco-antiguamente/

    Saludos y enhorabuena por el blog.

  3. Adolfo Lopez zaragoza dice:

    El año que viene hace 50 años de nuestra graduacion. ¿ intentamos una reunion???
    tenemos las direcciones de hace 25….antes no habia ni fax y se consigio. Dime

  4. M. Porcel dice:

    He leído tus relatos referentes a tus experiencias en las laborales, son comunes a casi todos, pero hoy me has hecho recordar «El sermón de la escalera», que para mi empezó en Juan de Mena con el padre Nemesio, después en Gran Capitán con el padre Larrañaga, Luis de Góngora menos, con padre Ismael y por último en San Alberto con el padre…(no me acuerdo, pero la cara la tengo en mente y sus paseos por el pasillo de las habitaciones despertando a los rezagados). En Córdoba estuve 5 años, del 70 al 75, oficialía, preCou y COU. Después en Alcalá de Henares del 76 al 79 terminando Teleco. Recuerdos inmensos y lugares donde formamos nuestra personalidad y profesión. Un abrazo a todos los laborales.
    Manuel Porcel.

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