Los refranes y sus contradicciones

Hace poco me he referido al uso y abuso de los tópicos, hoy toca hablar de los refranes. No son lo mismo pero en ocasiones se confunden. Hay algunos que de tanto oírlos, y de su incongruencia al aplicarlos, hasta se convierten en tópicos.

Cuando uno exclama, como si fuese la panacea: ¡¡si ya lo dice el refrán!!, no es consciente que en la mayoría de los casos existe el refrán contrario o contrarrefrán que da fuerza al oponente. El mundo al revés.

A pesar de que bastantes personas acuden al refrán como un hecho irrefutable, su fiabilidad es mucho menor de lo que pensamos. Así que… ni tanto ni tan calvo. El valor de los refranes… el justo.

A veces, cuando no sabemos como contrarrestar un buen argumento, solemos acudir sin venir a cuento al primer refrán que nos viene a la mente, incluso abusamos, lo que no quita para reconocer que en ocasiones sirvan para… dejar las cosas en su sitio. Pero son muchas más en las que se aplican sin ton ni son. Solo hay que recordar como, si se quiere cortar una conversación que no discurre a nuestro agrado la zanjamos con un «a falta de pan, buenas son tortas», o si por el contrario queremos alimentar la duda decimos «Dios los cría y ellos se juntan». Pero todo dicho con muy poca base. Además, no siempre sirven, cada vez son más los «expertos» en darle la vuelta sin más que citar el contrarrefrán que siempre tienen a mano, tan válido como el otro, y que chafa por completo la defensa de su contrario con un buen ataque.

Un refrán, como dice el Diccionario, es «un dicho agudo y sentencioso de uso común». Forman parte de lo que se denominan paremias, término en el que se engloban también los proverbios, adagios, axiomas,… y que incluye en su definición la cualidad de transmitir una moraleja o un consejo.  Miguel de Cervantes, en su novela Don Quijote de la Mancha, lo definía como: «sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos sabios».

La colección de enunciados breves sentenciosos populares constituye el compendio de la sabiduría de un pueblo y se conoce como el refranero popular, muy variable según las zonas geográficas. Uno de los refraneros más antiguos que se conserva es “Refranes que dicen las viejas tras el fuego, del Marqués de Santillana”, que data de la época en que estas sentencias populares requerían para su transmisión de personas cultas que supieran escribir. También se incorporaron numerosos refranes en el Siglo de Oro en obras como «El libro del Buen Amor», «El lazarillo de Tormes», “El Quijote»,…

Dibujos de Salvador Mestre en el TBO hace más de 40 años

El refrán ha tenido una gran difusión en la lengua española hasta el punto de marginar al proverbio, en especial los bíblicos, que se asocia con algo más culto. No obstante, en los tiempos en que la sabiduría popular pasaba de una generación a otra siguiendo la tradición oral, muchas frases literarias y proverbios se integraron también en el refranero popular. Incluso se recurría a la prosa y al verso para hacerlo mucho más fácil.

Al igual que sucede con los tópicos, a veces usamos y abusamos de los refranes. Los aplicamos sin venir a cuento, nos da lo mismo ocho que ochenta, entrando en el «juego» de los contrarrefranes solo por la «puntilla» a una discusión en la que lo que menos importa es el razonamiento.

Por ejemplo, cuando decimos «las apariencias engañan», afirmamos con rotundidad que no se debe juzgar a las personas por su apariencia y… nos quedamos tan anchos. Sin embargo, otras veces defendemos con vehemencia la postura contraria acudiendo al socorrido «la cara es el espejo del alma». Pero, ¿en qué quedamos? ¡¡Cómo es posible que se contradigan tanto dos refranes!! Si nos paramos a pensar y analizamos casos similares, la realidad es que los refranes en general sirven para muy poco.

Con demasiada frecuencia vemos contradicciones de tantos y tantos refranes. No es difícil encontrarlas. Otro ejemplo: «al que madruga Dios le ayuda», que en una primera interpretación hace pensar que despertar pronto y cumplir rápido con nuestras obligaciones hará que la suerte nos acompañe. Pero, enseguida, porque también se aplica mucho, aparece el refrán contrario: «no por mucho madrugar, amanece más temprano». O sea que cuando ya casi estábamos convencidos para cumplir los buenos propósitos del primer refrán, viene el segundo y nos lo amarga por completo. ¿Cual es el hecho cierto? A gusto del consumidor. Aunque algunos se defienden diciendo que no es que el refrán no se cumpla si no que lo que falla es su correcta interpretación.

Otro más: «Dime de que presumes y te diré de qué careces», muy acorde contra los pretenciosos que alardean de virtudes que no tienen. Pero, una vez más, nuestro interlocutor nos lo pone en duda con un: «cuando el río suena, agua lleva», si «presumimos» de conocer a la persona.

Como se puede ver: ¡¡contradicciones a tope!! Podríamos poner más ejemplos:

Que los refranes se contradigan tiene una explicación: no todos son «verdades». Depende si se refieren a “hechos» o a «valores». En este último caso se pueden oponer si defienden valores distintos y además forjados en la tradición. El problema no es ese, sino que muchas personas los toman como artículos de fe, sin pararse a reflexionar en la incongruencia que a veces amparan.

Con mucha frecuencia se habla del refranero español como «fuente de sabiduría popular», pues para todo tiene una solución. Sin embargo  el «truco» no está en su «sapiencia» sino en que «casi todo refrán tiene su contrarrefrán», y le sobra el «casi». Es decir, recopila dichos para una cosa y también para… la contraria. Hay una máxima que, como no podía ser menos, nos aconseja acudir siempre a los refranes y lo hace, faltaría más, con uno de ellos: «En tus apuros y afanes, pide consejo a los refranes».

La mayoría de los refranes en realidad no son más que observaciones escritas de la experiencia colectiva a lo largo del tiempo. Eran el bagaje cultural de un pueblo cuando la tradición oral pasaba la sabiduría popular de generación en generación. Y como señala el refrán: «Lo que un refrán dice, otro lo contradice».

1 Responses to Los refranes y sus contradicciones

  1. karlamax dice:

    muy acertada la explicacion que hace sobre el uso y la mala utilizacion de los refranes. lo mas importante es extraer su contenido y aplicarlo en el momento y lugar correcto.

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