Universidad Laboral de Tarragona: Encuentro Asturias’19- Cudillero, histórico pueblo de pescadores

Tras la celebración en 2016 del 50 Aniversario, las Bodas de Oro, un año más la III Promoción de Peritos Industriales de la Universidad Laboral de Tarragona celebró su encuentro anual. En esta ocasión en Asturias (6 a 8 de junio) con el hotel Palacio de la Magdalena en Soto del Barco como centro de operaciones. Al igual que decíamos en uno de nuestros post dedicados a la ULT, hay cosas que apenas cambian en el transcurso del tiempo y una de ellas son los reencuentros donde los ritos casi siempre se repiten y más en un colectivo cuya unión era y es un signo de identidad. ¡¡Tarragona, ¡Ay, que lejana y tan cerca te siento,…!!, ¡de allí viene esa perseverante amistad!

Asturias’19 fue un encuentro emotivo que, aparte de disfrutar de sus típicos manjares como la rica fabada y la embriagadora sidra, alma y vida de esta tierra, tuvo como eje central las visitas a la histórica villa de Cudillero y al pueblo de Brañaseca, al mundo de las brañas y los vaqueiros, su cultura, tradiciones y paisaje, que relataremos en otro post.

Recepción la tarde de la llegada en el bonito patio interior del hotel Palacio de la Magdalena.

Recibidos por una Asturias brumosa y verde, iniciamos la tarde con un paseo en barca por el río Nalón en su desembocadura en San Esteban de Pravia,  pueblo de histórico pasado, de gran auge hasta mediados del siglo XX como puerto industrial de salida al mar del carbón extraído en las cuencas mineras. Finalizó con una espicha de sidra que alegró todas las penas, en la que los recuerdos de aquellos años 60 salieron a borbotones con la esencia del ‘llagar’ al pie de un tonel de sidra, las viandas directamente en las mesas, sin primero ni segundo plato, todo a base de chorizos, jamón, lacón, quesos, huevos cocidos, tortilla de patata, empanadas y otras componendas. Donde nada es ‘oficial’, solo impera la camaradería, y todos en el mismo sentido ‘reman’: ¡la Universidad Laboral y los tiempos pasados en ella!

Paseo en barca por San Esteban de Pravia y espicha de sidra celebrada bajo el hórreo de la sidrería ‘Los Manzanos Del Bosque’.

Al día siguiente, Sonia Cernuda, simpática guía del Principado de Asturias, ‘La Roxia’ (‘rubia’) como sus ‘ascendientes’ vikingos, o al menos de eso presumía, fue la encargada de desgranarnos la historia de Cudillero de una manera didáctica y entretenida con sus sabrosas anécdotas, que a continuación reflejamos en distintos pasajes sobre este pueblo de pescadores, patrimonio cultural de Asturias.

Cudillero y los vikingos
Cuando la vida depende del trabajo en el mar, no queda otro remedio que ganarle terreno a la montaña. Eso fue lo ocurrió con la villa de Cudillero con sus casas dispuestas como colgando de las laderas de las montañas colindantes. Todo un anfiteatro volcado al mar, lleno de callejuelas. Pueblo pesquero por excelencia en sus inicios, uno de los principales puertos del norte de España, en su lonja esperan cada mañana camiones refrigerados para llevar el pescado a otras localidades de España como la capital Madrid. A sus habitantes se les conoce como ‘pixuetos’, aunque en realidad en un principio la villa estaba dividida en dos barrios: el de los ‘pixuetos’, familias pescadoras que ocupaban la zona próxima al puerto, y el de los ‘caízos’ o ‘terrestres’ (barrio de ‘La Cai’), formado por gentes de varios oficios con quienes aquellos, al igual que con los labradores de la comarca, no tenían ningún tipo de relación. Con los ‘caízos’ se llevaban tan mal que cuando se construyó la iglesia, casi toda costeada por los marineros, pese a haber contribuido también los terrestres no les concedieron ningún derecho, ni siquiera llevar a San Pedro o el estandarte en las procesiones. Es más, en Semana Santa y otras fiestas solemnes no les dejaban pasar del ‘puente de la carnicería’, donde había un molino, que los ‘pixuetos’ señalaban como límite entre los dos barrios. El gentilicio de la palabra pixueto parece que responde a la actividad mayoritaria de la villa y procede del latín  ‘piscis’ (pez) y la terminación germánica ‘ottu’.

Diversos momentos del paseo por Cudillero y sus estrechas y empinadas calles.

Cuenta una leyenda que tiempo atrás en Cudillero se asentó una expedición vikinga. Orgullosos de su descendencia, dicen que en la Alta Edad Media, bajo el reinado en Asturias de Alfonso III, normandos procedentes de Dinamarca se asentaron allí y lo tomaron como base para repostar sus barcos rumbo a otras conquistas por tierras de España. Lejos de someter a la población nativa, los vikingos no solo se establecieron sino que se fusionaron con sus vecinos mediante lazos de matrimonio. Refieren que el ‘pixueto’, un dialecto único del pueblo, sin similitud con el de ninguna otra población cercana, combina palabras de lengua romance con otras de origen nórdico. En cualquier caso, es posible que los asentamientos vikingos en las costas cantábricas dataran desde el principio de su llegada a mediados del siglo IX. Sin datos para poder contrastar, todo hace pensar de la posible existencia de puertos o asentamientos vikingos en las costas, que no solo dejaron como herencia el ‘pixueto’ en Cudillero, sino también la genética. De ahí que a muchos de sus habitantes se les llame ‘roxios’, como nuestra guía contaba con cierta sorna al hacer referencia a su cara sonrosada, sus ojos y su pelo, pues es una de las cosas de las que presumen algunos.

Cudillero y la Virgen de Covadonga
Durante el breve paseo por la zona del puerto, y después de una concisa explicación sobre las circunstancias que rodearon a la construcción del puerto ‘nuevo’, que convive con el ‘viejo’ de los pescadores de antaño, conocimos una de las tradiciones de más arraigo en el pueblo: la celebración de la Virgen de Covadonga (8 de septiembre), día en que un grupo de buzos sacan la imagen de ‘La Santina’ del fondo del mar hasta la rampa de ‘La Ribera’ del viejo puerto donde la esperan centenares de personas para venerarla. Una imagen que durante el resto del año se encuentra sumergida y que antes de ‘venir’ a Cudillero parece que estaba en Cabo Peñas hasta que un temporal la arrastró, decidiendo entonces buscarle refugio en zona más segura. Se trata de una talla de bronce que mide 50 centímetros y 80 kilos de peso, siendo este día el único del año en que se la puede besar antes de devolverla a las aguas. Mientras los buzos la sacan, el pueblo se vuelca en esta tradición llevándola en procesión hasta la iglesia de San Pedro donde se celebra la Santa Misa en su honor. Luego, acompañada por un grupo de gaiteros regresa al mar de nuevo, se canta el himno de Asturias, y como colofón se procede a la degustación de una sabrosa sardinada para todos los presentes.

Grupo III Promoción Peritos Industriales ULT en el patio interior del hotel Palacio de La Magdalena.

Iglesia de San Pedro y L’Amuravela
Tras un breve caminar por sus calles empedradas, una parada obligada fue la visita a la Iglesia de San Pedro. De mediados del siglo XVI, de época renacentista pero de estilo gótico, los vecinos de la comarca fueron los que financiaron su construcción. Consta de una nave central y dos capillas laterales habiendo pasado por varias reformas. Una de ellas a causa de un incendio durante la guerra Civil en el que varias de las imágenes más importantes se perdieron, aunque aún se siguen conservando tallas barrocas de gran calidad. Por sus connotaciones, allí, en su interior, nuestra guía nos dio a conocer la historia de una de las tradiciones más antiguas de este pueblo de pescadores: L’Amuravela, declarada fiesta de Interés Turístico Nacional en 1976, que tiene lugar el mismo día de la festividad de San Pedro, el 29 de junio, día grande de las fiestas patronales que se celebran entre el 29 de junio y el 1 de julio en honor a San Pedro, San Pablo y San Pablín.

Iglesia de San Pedro.

L’Amuravela es una fiesta que se cree se remonta al año 1569 coincidiendo con la construcción de la iglesia. Cada año, después de la misa solemne, la imagen de San Pedro junto a las de San Francisco y la Virgen del Rosario son llevadas a hombros en procesión acompañadas de gaitas y tambores desde la iglesia hasta la rampa de ‘La Ribera’. Una vez allí, a pie de rampa, un barco engalanado con cintas y banderas, flanqueado por dos gigantes de cartón, les espera, colocando a San Pedro en la popa, único que goza de este fuero, mientras las demás imágenes se mantienen a una distancia respetable. Es entonces cuando una persona de la localidad comienza a recitar en verso pixueto el Sermón de L’Amuravela que se inicia con la estrofa:
“En el nombri de Jesús
y la Virgen Soberana
vou ichar L’Amuravela
comu San Pedro asperaba”.

Para seguidamente recitarle a San Pedro con mucho humor y una fuerte carga de ironía los acontecimientos más importantes sucedidos durante el año en el pueblo en un sermón que comienza a la una de la tarde. Dura unos 30 minutos y finaliza pidiéndole protección al Santo a la par que se realiza la ‘maniobra de saludo’ que dicen está relacionada con el capitán Alonso Menéndez Marqués, sobrino de Pedro Menéndez de Avilés, conquistador de La Florida, cuando a su regreso a Cudillero con la nave ‘El Espíritu Santo’ construida en el pueblo, en la que se encontraban enrolados muchos de sus vecinos que durante ese viaje aprendieron el saludo que se hacía al Almirante y quisieron hacer lo mismo con San Pedro.
¡Amura vela!,
¡isa vela!,
¡fuego a babor!,
¡fuego a estribor!,
¡Viva Pedro!

Los actos finalizan con una gran traca, quemándose los gigantes entre llamas y con San Pedro regresando a la iglesia hasta el próximo año. Una fiesta que no ha estado exenta de polémicas, pues a lo largo de los años el sermón ha sido suspendido en varias ocasiones al considerar el párroco que su contenido no era el apropiado.

‘Sermón de L’Amuravela’ que cada 29 de junio se celebra en Cudillero.

Al día siguiente de L’Amuravela se celebra San Pablo con una misa, finalizando las fiestas el 1 de julio, día de San Pablin, con una procesión floral y una misa en el puerto en recuerdo de los marineros fallecidos en el mar.

El Anfiteatro y el ‘Curadillo’
Como remate final, nuestra guía propone un paseo por las empinadas callejuelas del Anfiteatro formado en la ladera con sus casas superpuestas construidas unas sobre otras aprovechando cada rincón de las laderas. Se asemejan a los palcos de un teatro y la plaza del pueblo al escenario de una obra llena de colorido. Considerado conjunto Histórico Artístico, es un lugar lleno de encanto donde se encuentra también la ‘Ruta de los Miradores’ ubicada entre las callejuelas en sentido ascendente por un camino lleno de historia viva. Un paisaje singular desde el que se puede disfrutar de algunas de las mejores vistas de Cudillero y la costa cercana. Durante su recorrido pudimos apreciar en algunas casas otra de las costumbres emblemáticas como es la técnica del ‘Curadillo’ aplicada a un pez, un pequeño tiburón, del que durante muchos años vivieron básicamente los pescadores, que desde tiempos inmemoriales forma parte de la cultura pixueta. Con una silueta poco común, una vez limpio se pone a secar en las ventanas de las casas sin más que el aire que lo deshidrata. Un pez que cumplía tres requisitos principales: extracción del aceite de su hígado con el que se freía y también se utilizaba para el alumbrado público, uso de su piel para limpiar y pulir y alimento de recurso en determinadas ocasiones.

Arriba, a la izquierda, Cudillero con el Anfiteatro al fondo y en primer término la rampa de ‘La Ribera’ del puerto viejo. A la derecha, técnica del ‘Curadillo’ y abajo vista de Cudillero desde uno de los Miradores.

La visita a Cudillero, uno de los pueblos más turísticos de Asturias, se puede resumir como una reunión de costumbres y tradiciones, llena de color y vida en un anfiteatro repleto de casas escalonadas y gentes con el mar por escenario. Un día que culminó con una cena de despedida en el hotel del Palacio de la Magdalena hasta el próximo encuentro en Murcia’20.

Cena de despedida en el hotel Palacio de la Magdalena.

PD.-
Dedicaremos un próximo post a la visita al pueblo de Brañaseca y la historia de los vaqueiros de alzada en compañía de la mano experta de Fran González, promotor del proyecto ‘Brañaseca Experience’ financiado a través del proyecto europeo Leader.

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